Singing Hatsune Miku -->

viernes, 30 de octubre de 2015

[Secretos y Mentiras] Prólogo

—¡Hey, Liam! —gritó un rubio mientras le pegaba una patada al balón y golpeaba al moreno en la entrepierna.

El susodicho cayó al suelo retorciéndose de dolor. Pararon el juego para preguntarle si se encontraba bien.

—Tío, Liam, deberías prestar más atención al partido. —Le extendió la mano para ayudarle a levantarse.

—Hijo de puta, me has hecho daño.

—Es tu culpa. —Se encogió de hombros y le pegó un puñetazo en el hombro de forma amistosa.

A lo lejos Hayley y Vicky hablaban mientras veían cómo estaban jugando. Se rieron mucho cuando Jason le había dado un balonazo a Liam en su zona sensible, pero no se preocuparon sabiendo que estaría bien.

Al sonar el timbre se juntaron los cuatro amigos para volver juntos a clase, pues coincidían en esa lección. Se sentaron en las mesas de siempre: pegados a la pared que daba a los pasillos, las dos chicas estaban en segunda fila y los chicos justo detrás, en pupitres que iban por parejas.

Más de una vez les tenían que regañar por hablar demasiado e interrumpir a la clase.

Liam y Jason se conocían desde pequeños y eran mejores amigos desde tiempos inmemorables. Eran tan inseparables como Vicky y Hayley, que eran vecinas y que, aunque sólo se conocían desde hacía dos años, habían formado un lazo inquebrantable.

Al acabar las clases se fue cada uno por su lado, excepto la chica de pelo negro y la chica de pelo castaño, que iban juntas.

—Oye, Hayley, ¿quieres que te cuente una cosa? Pero no se lo digas, eh.

—¿Qué? ¿A quién? —respondió la más bajita.

—Verás, la verdad es que... —se había lanzado demasiado rápido, y en ese momento sintió un poco de vergüenza, pero cuando vio la mirada curiosa de su mejor amiga y recordó que entre ellas se confesaban todo, siguió hablando— La verdad es que me gusta Liam.

La castaña sintió como si su corazón fuese un cristal caído de un décimo piso. Hizo ademán de sonreír, pero no fue convincente para Vicky, que la miró preocupada.

—¿Tanto te sorprende?

—¡No! No es eso. Es que ya lo supuse desde antes por la manera en la que lo mirabas —trató de justificarse con mentiras—. Es solo que, como tardabas tanto en decírmelo, creí que me habría equivocado y me sorprendí.

—Ah, bueno, tampoco me gusta desde hace tanto, solo un mes o así.

Las palabras de Vicky se clavaban como puñales en Hayley. Aunque sabía que tenía que estar acostumbrada, Vicky era hetero y jamás la correspondería. Aún así le dolía mucho, cada vez que veía a su mejor amiga con otro chico, una grieta más aparecía en su ya rasgado corazón.

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Mientras tanto, cuando los chicos llegaron a sus respectivas casas, lo primero que hicieron fue comenzar a chatear entre ellos. Principalmente porque Jason le quería preguntar los deberes a Liam, pues no se los había apuntado.

Poco a poco la conversación empezó a cambiar de rumbo por completo.

Jason: Oye.... tio ay algo k trngo k kontarte

Al otro lado de la pantalla, el corazón del moreno se aceleró, haciéndose ilusiones por nada. Sabía que no iba a pasar, pero no podía evitar fantasear.

Liam: Aja
Liam: Cuenta

Jason: Veras.. me gusta 1 persona

El más joven en ese momento no supo qué pensar. Se imaginó que esa persona era él, lo que hacía que las mariposas en su estómago revolotearan inquietas, pero sabía cuán imposible era.

Liam: Y quién es esa persona?

Jason: ...
Jason: Galletas

Liam: Qué coño? Tanto amas la comida?

Jason: Ups
Jason: El autocorrector atako d nuebo xD
Jason: Keria decir Haylay xDDD

El mundo de Liam se destruyó en unos segundos. Aunque se lo esperaba, de ningún modo su mejor amigo llegaría a quererle mas allá de la amistad. Sintió un nudo en su garganta.

Jason: Oye no m dwjes en visto

Liam: Perdón
Liam: Creí que te gustaban con las tetas grandes .-.

Jason: Ya bueno

Liam: Y Hayley está plana

Jason: Ns simple mente m gusta

Liam: xD
Liam: Pues suerte con ella
Liam: A ver si consigues algo ;)

Jason: Grax

La conversación se quedó allí. No dijeron nada más.

Aquella tarde para Jason sería otra tarde de hacer el vago. Se sentía mucho mejor tras haberle contado a su mejor amigo lo que sentía por la castaña, como si se hubiese liberado de un peso sobre sus hombros. Miraría la tele, jugaría a algún que otro videojuego y quizás haría los deberes.

Aquella tarde para Liam sería otra tarde de lágrimas. 

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